En mi país por la escasez la gente inventa hasta lo impensable. Tal es el caso de la bebida alcohólica y del ron en específico.
Hay quienes mezclan agua, azúcar y la "cortan" hasta con heces o ácido de baterías.
La verdad es que sale de ahí un ron no muy agradable al paladar, pero con algún grado alcohólico.
Es bueno aclarar que este invento no es generalizado, sino que es práctica de las personas de menor ingreso o entrada económica.
Lo gracioso de la historia que relato es el apelativo que se le ha puesto a tal bebida.
Unos le llaman chispetrén (asimilación fonética de "chispa de tren"), otros pincha ojo, y hasta sonrisa de yegua.
El ingenio del hombre no conoce barreras ni tiene final.