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El espejo

El niño señaló algo peludo. Su mamá dijo: 'Es un perro' y vio perros en todas partes.
Señaló algo redondo. Su papá dijo: 'Es un balón' y vio balones en todas partes.
Señaló algo brillante. Su amigo dijo: 'Es un tonto' y vio un tonto en cada espejo.

Destino sellado

Melif se adentró en el templo. El frío del mármol le erizó la piel, pero avanzó al altar. Inspirado por las palabras de Latis, tomó aire y abrió el pergamino. Las palabras aparecieron:

'Me resigno a ser olvidado'.

Se quedó sin aire y ahí lo supo: había sido engañado.

Un plato frío

En la plaza de comidas, el comensal veía noticias y se indignaba por la falta de empatía de la gente. Mientras comía, un mendigo se le acercó y le pidió dinero.

Fingió buscar monedas y, sin mirarlo, murmuró:
—No tengo.

El mendigo se fue. El comensal soltó el tenedor.

Me querían estafar vía telefonica, del call center ("según") de BBVA.
Por compras de mercado pago que bloquearon y que me querían ayudar a quitarlas 😂😂😂

Solo le dije que las dejará ahí si ya las habí bloqueado y me colgo

Recuerden los bancos nunca llaman para protegerte por compras, no tienen la capacidad de estar al pendiente por cada cliente.

La Canción ya habla de ellos en acordes que se remontan varios milenios atrás.

Pequeños seres que se deslizan por la superficie del Pacífico, precariamente aferrados a restos flotantes, cuya deriva dirigen usando el viento de maneras ingeniosas. Estrofas apenas menos antiguas refieren que, de algún modo entonces incomprensible, logran navegar la inmensidad, saltando de isla en isla a través de distancias cada vez mayores. Algún hermano de ese pasado ya lejano aventura en sus versos una hipótesis. Dicen que, en la total ausencia de ecos que llena la nada por encima del agua, podrían navegar siguiendo las "estrellas", esos pequeños puntos que se ven en lo alto durante los saltos nocturnos. Los cantos de los hermanos que nadan junto a ellos afirman que estos extraños animales también cantan, en la levedad del aire, su propia canción que les ayuda a recorrer los mares.

Las elucubraciones sobre los "deslizadores" cubren miles de años de acordes de la Canción. Durante todo ese tiempo, estos pequeños seres de la superficie sólo son agresivos con el Pueblo cuando lo requiere su necesidad, como los tiburones o las orcas. Hasta que, trescientos años atrás, los tonos se vuelven estridentes y llenos de horror. Sin una razón aparente, han comenzado a matarnos de manera masiva. Los ecos provienen de todos los mares, deslizadores montados en sus troncos flotantes, nos persiguen y nos cazan atravezándonos con púas frías y afiladas. La Canción de esos años es un solo grito lleno de miedo y dolor.

Cuando la matanza cesa, el Pueblo ha sido diezmado. Las voces que pueblan la Canción son ralas, vacías, agotadas. Y no llegan a recuperarse antes de que otra angustia ensombrezca las estrofas: el Ruido.

Los deslizadores han reemplazado sus troncos por enormes leviatanes, construidos con el mismo material frío con el que hacían sus harpones. Montruos helados que llenan el mundo con sus horribles bramidos, ensordeciendo al Pueblo y enmascarando la Canción. Los mares quedan aislados, los hermanos están solos, ya no se escuchan entre sí y nadan en pequeños grupos mientras la Canción se disgrega. Y luego eso también termina.

Las estrofas que describen el Derrumbe son grandiosas, épicas, y terribles. Un gigantesco estruendo que recorre los siete mares, un enorme tsunami del que no hay precedentes, los hermanos dispersados, perdidos al ser arrojados sobre los continentes, ahogados al no poder encontrar la superficie. Luego la calma, el Ruido ha cesado, los deslizadores han desaparecido. Los hermanos cantan que la enorme cueva antártica bajo la cual temían nadar, se ha quebrado. Miles de toneladas de hielo se han sumergido en el mar, cuyo nivel ha subido varios cuerpos y dejando bajo el agua buena parte de los continentes.

La Canción vuelve a crecer, las voces se suman y se vuelven a escuchar entre hermanos lejanos. Nadamos an medio de las montañas artificiales que habían construído los deslizadores, ahora sumergidas, extrañamente rectilíneas y poco armoniosas. Cantamos acerca de los restos de su civilización, sumergida en los mares cuyas orillas orlaba. El Pueblo revive y canta la tristeza de una raza colapsada.

En las estrofas más recientes, oímos que los deslizadores vuelven a surcar los mares, a lo largo de las nuevas costas, de nuevo montados sobre pedazos de madera. Algunos hermanos oscurecen la música, sugiriendo que deberíamos aprovechar su fragilidad para voltear sus troncos y arrojarlos al agua, en la que no pueden nadar por mucho tiempo. Pero por suerte la Canción es elocuente, y vemos en ella que el matar no forma parte de la identidad del Pueblo.

Los versos más afinados dicen que lo que destruyó a los deslizadores fue el no tener una canción. El aire muy sutil y no permite que los tonos lleguen muy lejos. Lo que en sus inicios fue un canto que les ayudaba a navegar los mares, se transformó luego en una confusión de voces distintas y desentonadas. Los deslizadores crecieron en un mundo que los hermanos solo vivieron durante el Ruido, transformandose en una raza que no conocía su identidad ni su pasado.

Hoy el Pueblo se une en una Canción fuerte y bella, qué dice que para que los deslizadores no vuelvan a dañarnos y a destruirse a sí mismos, es nuestro deber enseñarles a Cantar.

La danza universal llegó a su punto cúlmine en el momento en que la expansión cosmológica acomodó a cada galaxia particular a una distancia precisa y definida de cada una de las demás. La rotación dispuso a las gigantescas espirales de estrellas en ángulos relativos que eran múltiplos de un único valor fundamental.

Y entonces, como una escítala cósmica de trece mil ochocientos millones de años de antigüedad, el universo expuso el mensaje que tan celosamente había guardado.

No estaba dirigido a nosotros.

Universo KW1374X-15
Galaxia espiral N° 732.423.151
Estrella tipo G2V N° 3.571.467
Tercer planeta
Quinto periodo de la sexta era geológica
Año 200.098.786

Un miembro de la quinta especie inteligente que ha existido en el planeta, se declara el rey de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, y beneficiario último de la existencia.

La especie se extingue dos siglos más tarde, y es reemplazada por una raza de camélidos bastante bastante más humilde.

El niño recogió las partes del juguete que habían caído desparramadas sobre la alfombra, y volvió a acomodarlas con paciencia infantil en un torpe remedo de orden. Al terminar, observó su obra mordiéndose aún los labios en un gesto de concentración. "Esta vez tiene que funcionar", se dijo. Carraspeó para aclararse la garganta y habló, forzando una grave voz de adulto:

– ¡Hágase la luz! –dijo, y las piezas del universo comenzaron a moverse.

"Siempre lo han intentado", pensó, mientras terminaba de ajustar los terminales eléctricos en su sitio.

Atornillando uno de los terminales en la batería, recordó a sus profesores, altivos, lejanos, mirándola con expresión burlona, como si una mujer no pudiera ser estudiante de ingeniería.

"Lo intentaron desde los diarios", reflexionó, "pero quien es capaz de leer ya tiene algún parlamento crítico".

Pensó en todos los blanquitos porteños que alguna vez la despreciaron por ser morocha y provinciana, mientras insertaba el otro terminal en el explosivo.

"Lo quisieron desde la radio, pero la gente la escucha distraídamente mientras se ocupa de sus cosas".

Acomodando el detonador, evocó los cuchicheos callejeros cuando se paseaba de la mano con su primera novia, la cara de su padre cuando le dijo que le gustaban las mujeres.

"Lo promovieron desde la televisión, pero quien trabaja sólo la mira durante una horas, y ya demasiado cansado para permite atención".

Colocó la bomba bajo un inodoro y salió del baño de hombres, cubriéndose con la capucha sus facciones aún no masculinizadas del todo por su tratamiento hormonal.

"Y tuvo que ser finalmente con las redes sociales que su mensaje horroroso y destructuvo llegó a todo el mundo".

Mientras extendía la antena del control remoto, cavilaba "lo lograron, después casi de dos siglos de intentarlo".

"Lograron volvernos el uno contra el otro. La mujer contra el varón, el estudiante contra el profesor, el blanco contra el negro, el heterosexual contra el homosexual, el trans contra el cis..."

Presionó el botón y, mientras los servidores de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube volaban por los aires, gritó al vacío

¡Yo soy pobre, hijos de mil putas! ¡Laburante y pobre! ¡Esa es mi identidad!