Es algo curioso cómo los deseos de destruirlo todo han venido en paralelo a una condena frontal e invariable hacia cualquier violencia política en contra del Estado.
Todo el mundo está de acuerdo en que este mundo es una mierda y hay que destruirlo, pero todos están totalmente en contra de cualquier cosa que parezca terrorismo.
Como siempre, ya nos ganaron antes de que nos diésemos cuenta de que había una batalla.